• “El alpinismo actual se centra en la velocidad y no en disfrutar la montaña”. Entrevista a Carlos Pauner (25-7-25)

    La primera vez que supe de Carlos Pauner fue en el 2003, cuando terribles noticias llegaban desde el corazón de Nepal: este himalayista aragonés se había quedado rezagado del resto de la expedición descendiendo desde la cumbre del Kanchenjunga. Tras dos noches desaparecido y cuando los periódicos ya habían adoptado ese tono dramático propio de las tragedias, reapareció y alcanzó el campo base por sus propios medios. Un verdadero hito de la supervivencia humana a grandes altitudes.

    Desde entonces siempre ha sido una figura inspiradora tanto en la montaña como en los viajes, y tuve el placer de conocerle en persona en 2012. En la actualidad, mantengo el contacto con él, y por ello se ha prestado a realizar esta entrevista en la que vamos a adentrarnos en el pasado, presente y futuro de sus proyectos y en sus opiniones personales sobre el alpinismo de hoy en día.

    ¿Qué retos crees que le quedan al alpinismo ahora que se ha logrado alcanzar la cumbre de los 14 ochomiles en invierno?

    De ahora en adelante, el reto puede irse hacia encadenarlos o a la búsqueda de rutas de mayor dificultad, abriendo nuevas vías. El problema de los  ochomiles es la falta de oxígeno, que aumenta exponencialmente el riesgo para abrir rutas nuevas y para explorar territorios desconocidos. Para ello se necesitan alpinistas con mucho compromiso y que asuman riesgos extraordinarios. En el Kanchenjunga en 2003, abrimos una nueva vía y no morimos todos porque no era nuestro día, pero rozamos todos los límites. Sin embargo, para ir más allá de las vías clásicas, debes de pasar mucho tiempo en la montaña, invertir tres meses en un entorno hostil a merced del clima y conocer el terreno, y parece que el alpinismo actual apuesta por la velocidad. Se ha perdido por completo el espíritu de la exploración y ahora se busca acortar el tiempo de estancia, e incluso algunos se preparan en una cámara hiperbárica aquí en Europa para llegar aclimatados a trabajar allí, en donde les espera un equipo extraordinario de sherpas. En resumen, se trata de dedicar poco tiempo a la montaña con el objetivo de obtener rápidamente la ansiada foto que publicar en redes sociales y considero que es ridículo jugarse la vida para obtener 10.000 seguidores en Instagram. Lo verdaderamente importante es disfrutar de la montaña, y mucha gente se ha olvidado de ello.

    ¿Qué hay en la cima?

    La cima es el lugar de paso obligado: es la mitad del camino. Es un sitio extraordinario en el que la mente se tiene que concentrar para descender con seguridad. Los accidentes ocurren al bajar, cuando llevas un montón de horas, maltratado por la falta de oxígeno, por el frío extremo, por la falta de agua, por la falta de comida… y es así hasta el campo base, en donde se puede disfrutar por fin al mirar para arriba y decir: ahora sí que he conseguido la cima y me llevo un pedacito de la montaña. Te sientes en armonía tras haber peleado de tú a tú con una montaña que no te lo ha puesto fácil.

    En el Kanchenjunga, ¿qué se te pasaba por la cabeza en aquellos momentos de soledad en los que estabas tratando de escapar vivo de sus paredes y glaciares?

    Te pongo en  situación. En aquel 2003 fui con un equipo muy fuerte y con mucha ambición. Teníamos experiencia y vimos la posibilidad de hacer una ruta nueva, y entonces la montaña nos dio un susto. Durante el descenso se nos echó encima el mal tiempo, en una zona de roca suelta, con pasos de seis grados llevando botas de alpinismo y crampones, y no solo la subimos, sino que también la destrepamos. Cuando me quedé rezagado escogí un camino equivocado y terminé en un terreno absolutamente desconocido. Ahí es cuando tuve que poner en práctica toda esa experiencia de años de montaña y de las 4 o 5 expediciones muy potentes en el Himalaya que tenía en mi historial. Es muy importante no perder la motivación y no abandonar, que es lo más sencillo. Hay que vibrar con cada pequeño triunfo: esta grieta la he conseguido pasar… así que sigo avanzando; no me arrugo cuando todo va mal, aguantó tres días sin beber, tres días sin comer y a 40° grados bajo cero porque confío en que llegaré.

    Las alucinaciones me acompañaron desde el primer momento: primero eran auditivas, pero luego ya comencé a ver gente caminando porque el cerebro funciona mal debido a la hipoxia. En una de esas visiones, uno de esos caminantes dio la vuelta a un bloque de hielo y eso me hizo recordar cómo se accedía a la ruta de descenso. Eso no es algo mágico, eso es el cerebro, que, aunque está funcionando mal porque ya no le estás dando el combustible que necesita, es un ordenador perfecto tratando de extraer toda la información posible para que sobrevivas en medio de esa situación onírica e irreal.

    ¿En qué proyecto andas metido en la actualidad tras los 14 ochomiles y las 7 cumbres?

    Las 7 cumbres fue un proyecto muy divertido porque al final me sacó un poco de la rutina del Himalaya. En ese proyecto hay que enfrentarse a retos de otra manera, ya que algunas cumbres no son físicamente tan exigentes  pero sí son un desafío en términos logísticos: Indonesia, la Antártida, Alaska… Le tengo mucho cariño a este proyecto porque fue como un soplo de aire fresco. Ahora estoy con El leopardo de las Nieves, que son cinco sietemiles y a su vez, los cinco picos más alto de la antigua Unión Soviética. He ascendido ya el Pico Lenín pero el proyecto está un poco parado principalmente porque me apetece realizar esas ascensiones con amigos cercanos. A ver si logramos coordinarnos porque quiero disfrutar de estas últimas ascensiones a montañas que, además no son nada sencillas: paredones, avalanchas y bastante altitud.

    Respecto a los sherpas, ¿qué decir de ellos, que quizás son los mejores montañeros del mundo?

    Lo primero que hay que decir es que ellos no tienen ese componente de romanticismo de la montaña que tiene el occidental. Para ellos la montaña es un medio, un trabajo. Los sherpas no entienden la montaña como un sitio donde divertirse porque provienen de otra cultura en la que no se tienen las necesidades básicas cubiertas. El ocio es secundario. De hecho, ellos son los responsables entre comillas de la masificación que está viviendo el himalayismo al montar sus propias compañías.

    Al hilo con esto, y perdona que te interrumpa: esa masificación se plasma en fotografías de colas para ascender el Everest o en la gran cantidad de botellas de oxígeno o de residuos que se acumulan en las rutas principales. ¿Es necesario controlar el número de ascensiones a los ochomiles?

    No lo tengo claro. Lo que ocurre es que siempre que metemos el control en algo al final lo fastidiamos. Las montañas son reinos de libertad y yo te puedo asegurar que las imágenes que yo veo en la en la televisión de cómo está el Everest no son las que veo cuando voy al Everest. Es muy fácil manipular a una imagen y centrarla en lo que es sensacionalista. En los campos hay residuos sí, pero si escarbas un poco lo que hay son cadáveres. A los montañeros que apenas pueden sacarse a sí mismos de aquellas altitudes no se les puede exigir que bajen su tienda o su botella gastada. ¿Esos residuos qué dañan? ¿Hacen daño a la ecología mundial ¿A la fauna? Allí no vive ninguna especie animal, así que a los que critican eso, les recomiendo que  suban a recoger los residuos y que los bajen. A mí allí arriba eso no me molesta porque estoy viendo la grandeza del Everest y ese pequeño foco de basura a grandes altitudes es algo en lo que no me fijo.  Eso sí, en los campos base reciclamos las latas, los residuos orgánicos y también las aguas negras. Así pues, hay conciencia ecológica y además cada año suben las tasas e impuestos para este tipo de expediciones.

    ¿Cómo te ha ayudado el montañismo a la vida cotidiana? ¿Te ha servido para verla más sencilla y a relativizar los pequeños problemas a los que nos enfrentamos en el día a día?

    A lo largo de dos décadas he pasado más tiempo allí que aquí  y eso te ayuda a diferenciar que es lo importante de verdad, es decir, a valorar lo esencial. Aquí damos cosas por supuestas como la comida en el plato o la educación para nuestros hijos, pero allí no es así. Al tener estos problemas solucionados, en nuestra sociedad occidental buscamos preocupaciones secundarias que no son esencial como que nuestro equipo favorito gane el trofeo o adquirir el último modelo de coche.  Eso, por un lado, y por el otro, las montañas te hacen aprender a tomar decisiones y a conocerte a ti mismo. En esas situaciones sale lo mejor y lo peor de las personas y las montañas son como un espejo.

    La última pregunta. Además de El Leopardo de las Nieves, ¿tienes algún proyecto más en mente o este puede ser el canto de cisne?

    Si consiguiera el Leopardo de las Nieves me sentiría la persona más feliz del mundo porque habría traído a Aragón los 14 ochomiles, las 7 cumbres y el Leopardo. Si yo fuese un perseguidor de récords me dejaría la piel en conseguirlo porque no hay persona en el mundo haya conseguido esas tres cosas, pero como los récords me importan un bledo y prefiero apostar por las sensaciones, voy a ir decidiendo sobre la marcha. Si voy con amigos y disfrutamos de las expediciones, proseguiremos a por una y a por otra cima, pero si en este camino no encuentro a los compañeros de viaje adecuados o yo mismo no tengo la motivación necesaria, el proyecto se quedará inacabado.

  • Fin del viaje con escala en Doha

    A mis 38 años ya empiezan a pesar los largos viajes que duran 24 horas hasta que llego a mi bendito hogar. Hoy todo ha empezado con un viaje en taxi al aeropuerto de Kathmandú, donde he sufrido una larga espera porque no hay wifi en la zona de departures.

    Después de eso, vuelo en un 787 Boeing hasta Doha, en la que he tenido otra larga escala y en la que en esta ocasión no he tenido la suerte de coincidir con Jaime de nuevo… y esas horas se hacen largas.

    El siguiente vuelo ha sido a Barcelona, un poco más largo que el anterior, y además sin poder apenas dormir porque el horario no invitaba a ello. Al llegar a El Prat, viaje en metro hasta la estación del Nord, de una hora de duración, y allí mismo he cogido un autobús hacia Zaragoza. Por fortuna, allí en la misma estación me he encontrado con un conocido, que era camarero en un restaurante cercano a mi trabajo, y que ahora ya está jubilado. Hemos pasado prácticamente todo el viaje hablando y así se ha hecho más ameno.

    DieQuito

  • La imponente Buddha Stupa de Kathmandú

    La leyenda dice que debes pedir un deseo y dar tres vueltas a esta gran stupa que tiene un precio de entrada de 400 rupias. Todos los visitantes giran en dirección a las agujas del reloj y es un sitio turístico que es una visita obligada si pasas más de un día en Kathmandú.

    Esta stupa fue visitada en el año 2000 por el gran Maurice Herzog para conmemorar los 50 años de la primera ascensión al Annapurna. Desde que vi aquel documental siempre he querido visitarla, pero en 2012 no fue posible porque está muy mal situada, lejos del centro y se necesita más o menos un viaje en taxi de unos 40 minutos.

    Hoy era la última noche y el punto final a mi estancia en Nepal ha sido en LOD, Lord of Drinks, que al parecer es el número 44 en la lista de los mejores clubs del mundo. Lo más curioso de todo son las graderías, que incorporan unas mesas en las que se pueden tomar copas o fumar shisha mientras contemplas la pista de baile en la que se escuchan los mejores hits del momento, y también algunos temas nepalíes.

    DieQuito

  • Bagaicha y sus secretos himalayistas

    Uno de los espacios gastronómicos que más me ha sorprendido en Kathmandú ha sido el Bagaicha, que tiene nada menos que 17 restaurantes temáticos a lo largo de tres plantas en un edificio que confluye en un patio central. Lo mejor de todo es que cada comensal puede pedir su propio plato de cada estilo: italiano, chino, sushi japonés (que es uno de los mejores de la ciudad) y también ofrece espacios para tomar copas o tener reuniones de trabajo en su espectacular Everest Hall of Fame, que recoge fotografías de grandes himalayistas y otras curiosidades. Todo un homenaje al logro de Tenzing Norgay y Sir Edmund Hillary.

    Este restaurante merece sin duda una visita durante una estancia en Kathmandú y no es especialmente caro si se evalúa desde los estándares europeo, aunque en la capital de Nepal hay una infinidad de opciones mucho más económicas. Eso hay que tenerlo presente.

    Por la noche he podido disfrutar de unas vistas de impresión desde el flamante nuevo hotel Holiday Inn. La infinity pool con Kathamndú de fondo es una preciosidad y todo el conjunto me recuerda a Medellín y sus alrededores.

    DieQuito

  • El barrio de Thamel

    Estamos ante el que es el barrio más emblemático de la ciudad, dado que está en pleno centro y contiene el mayor atractivo turístico de la capital de Nepal, que es el conjunto de templos de Durbar Square y sus inmediaciones. Para acceder a esta plaza tan bonita, aunque caótica y algo sucia, hay que pagar 500 rupias nepalíes, algo más de 3 euros al cambio.

    En lo personal, el barrio de Thamel me recuerda mucho al barrio en el que viví durante mi estancia en Nueva Delhi, Paharganj, o al céntrico Old Delhi. Sus calles están repletas de transeuntes, ricksaws, motos y un sinfín de tiendas de todo tipo. A continuación os dejo un par de fotos con detalles bonitos.

    Algunas áreas del barrio podrían ser partes de la ya desaparecida ciudad amurallada de Kowloon, que estaba en Hong Kong y que destacaba por una gran densidad de población y la construcción acelerada y sin plan urbanístico de casas sobre casas. Por ejemplo, esta imagen de aquí debajo define esto a la perfección.

    Termino con una recomendación de restaurante. El restaurante no es de comida nepalí, sino coreana, pero ambas son igual de picantes así que mucho cuidado con la dosis de capsicina. El sitio se llama Dak-Galbi Korean House y está en la calle Lyakusa Galli, cerca de Durbar Square. en este restaurante te puedes sentar en el suelo sobre un cojín, y disfrutar de comida exótica de calidad a un precio asequible. Tiene muy buenas puntuaciones en TripAdvisor.

    DieQuito

  • Buddha Air: tu aerolínea de confianza

    El día ha comenzado bien temprano con una subida en Cable Car hasta el mirador de Sarankot, pero no ha habido suerte a la hora de observar el Annapurna Range. Todo el cielo estaba encapotado y apenas de podía observar la silueta del Fish Tail…

    El madrugón ha servido para poco pero luego ya hemos puesto rumbo al aeropuerto para coger un avión de hélices rumbo a Kathmandú. Estos vuelos internos en estos países siempre le dan a uno mala espina, pero lo cierto es que el viaje ha sido muy tranquilo, aunque ha despegado con más de 2 horas de retraso debido a la densidad de aviones que sufría el aeropuerto de Kathmandú durante toda la mañana.

    El aeropuerto de Pokhara me ha sorprendido mucho porque aunque es muy pequeño, tiene un edificio relativamente nuevo y muy resultón.

    Una vez ya en Kathmandú, me he topado de nuevo con el tráfico ratonero y los atascos que ya había olvidado tras estos días en Chitwan y Pokhara.

    DieQuito

  • Museo Internacional de la Montaña y Devi´s Fall

    Después de la pertinente visita a la Stupa de la Paz, que corona una colina con vistas al lago de Pokhara y a la que se accede tras ascender unos 300 escalones, ha llegado el turno de ir al Museo Internacional de la Montaña, que está francamente bien aunque sobre todo falta inversión para hacerlo atractivo de verdad al turista europeo. Además de todas las infografías e información sobre la fauna y flora, me quedo con la parte dedicada a la mítica expedición de Norton y Mallory en 1924, así como a la gloriosa consecución del Annapurna por parte de Maurice Herzog y Louis Lachenal en la década de los 50 que a la postre supuso la primera conquista de un ochomil.

    Después hemos ido a ver la cascada de Devi´s Fall, que curiosamente está en medio de la ciudad, y que no tiene mucho que ver. Se llama Devi´s Fall porque un tal Devi se cayó por aquella cascada en un determinado momento. Ahora mismo está todo bien vallado para evitar que haya otro desgraciado que por culpa de un resbalón terminé al fondo del riachuelo.

    El día ha terminado en el Sky bar del Hotel Sarowar, que destaca por unas vistas magníficas de todo el Lakeside de Pokhara que tan bien recogió Bunbury en su álbum El Espíritu del Vino: un lugar para las promesas y para reencontrarse con uno mismo que pone un broche de oro a un día intenso en esta preciosa ciudad de Nepal.

    DieQuito

  • Hacia Pokhara

    Hace ya 13 años que estuve en esta ciudad con el mítico profesor Alga del Sea Odyssey de Port Aventura, y estoy muy seguro de que aquella persona que fue a Pokhara para intentar ascender el Tharpu Chuli es alguien muy distinto a quien soy yo hoy en día. No es precisamente por no ir a ninguna expedición en este viaje, me refiero más bien a la evolución lógica que va desde los 25 años hasta los 38.

    Para empezar, el trayecto en bus ha sido muy razonable desde Chitwan y no hemos sufrido un atasco como el de antes de ayer, que todavía escuece en la memoria. La carretera ha estado ligera y el tráfico fluido. A mitad de camino hicimos una parada en un restaurante en el que se puede comer con unas buenas vistas del río: el Marshyango river view resort.

    Al llegar, nos hemos alojado en el Temple Bell que destaca por ser un edificio nuevo con piscina y todos los lujos, aunque a unos 5 minutos del Lakeside de Pokhara. Es un hotel boutique con unas 60 habitaciones que va a intentar hacerse con la cuota de mercado de los que buscan algo más que comodidad.

    Por la noche hemos ido a ver la final de la Champions League entre el París Saint Germain y el Inter de Milán, que para mi sorpresa, se ha seguido con gran entusiasmo por cientos de aficionados al fútbol. La paliza del equipo entrenado por Luis Enrique ha sido antológica. La escuadra de Acerbi y compañía no ha hecho acto de presencia.

    Mañana toca visitar Pokhara a fondo antes de regresar a Kathmandú dentro de un par de días.

    DieQuito

  • El rinoceronte indio

    Un gran amigo me dijo que lo recordaba de cuando éramos pequeños, de los álbums de cromos coleccionables en los que se recopilaba toda la información sobre los animales en peligro de extinción. Pues bien, hoy he podido ver en persona varios ejemplares y algunos de ellos relativamente cerca, ya que cuando están en el agua, según el guía, no tienen velocidad.

    La visita de safari ha sido a través de la buffer zone y no en el Parque Nacional de Chitwan, pero esto muy contento porque los rinocerontes han sido una experiencia increíble. Existen 5 especies de rinocerontes en el planeta: el rinoceronte blanco, el rinoceronte negro (ambos en África) y el rinoceronte de Sumatra, el Rinoceronte de Java y el rinoceronte indio.

    En concreto, el rinoceronte indio semeja mucho al triceratops que todos los fans de los dinosaurios tenemos en la cabeza, porque su gruesa piel forma pliegues muy peculiares. Tiene un solo cuerno y puede pesar hasta 3300 kilogramos de peso… mucho más que un coche.

    Como amante de los animales, espero que el afán conservacionista de Nepal siga siendo igual de inquebrantable y que protejan a esta preciosa especie de los cazadores furtivos y de otros desalmados.

    DieQuito

  • El mayor atasco de la historia y Bagaicha Adventure Resort

    Imaginaos lo que supone estar en un autobús 16 horas. Desde las 6 am que partía desde Kantipur Village, hasta las 22:00 horas que llegaba al Bagaicha Adventure resort bajó una incesante lluvia monzónica. La salida desde la capital rumbo a Chitwan ha sido larga, de alrededor de 5 horas, pero lo peor estaba todavía por llegar, por la bajada hacia el valle adyacente que te acerca a Chitwan ha tenido incluso una duración mayor. Las obras en la carretera están siendo un suplicio para todos aunque uno de los empleados del hotel dice que no ha visto nada igual en toda su vida, y tiene ya 66 años.

    El caso es que por fin, en plena noche y en medio de un aguacero que ha inundado el césped del resort he podido llegar a mi habitación, que tiene forma de carro de caballos. Respecto al hotel, está al lado de una ciudad denominada Harkapur, en plena jungla de la región de Chitwan y es muy recomendable para aventureros. Si lo que buscas es pernoctar en una especie de poblado de cabañas de madera y bambú, con baños al aire libre (con la privacidad más que garantizada por unos altos muros de piedra) y con espectáculos culturales, esta puede ser excelente elección. Su entrada principal te recordará al mítico Parque Jurásico de la película de los 90 y desde sus instalaciones se organizan viajes de safari a la buffer zone e incluso al Parque Nacional de Chitwan en el que se pueden ver animales de especies en peligro de extinción como los tigres de bengala, el rinoceronte asiático o el cocodrilo gavial.

    Existen tres niveles de habitaciones y la que más nos ha llamado la atención ha sido la cart room, que es una especie de habitación situada en alto, en una especie de carro de caballos (ya mencionada líneas arriba), como si fuera una caravana digna de Peaky Blinders. Tiene aire acondicionado aunque el espacio en su interior es más bien escaso. Es muy recomendable para viajeros individuales o para un niño que quiera dormir en su propia habitación durante las vacaciones. Las parejas pueden tener espacio para colocar las maletas. En el exterior, en la parte de atrás, hay una bañera al aire libre así como lavamanos, espejo y un sanitario.

    Con respecto al apartado gastronómico, es destacable el arroz integral que cuecen en el interior de tubos de bambú o sus pizzas cocinadas al lado de una hoguera en un enorme horno de piedra. Los desayunos se sirven desde primera hora de la mañana y tanto su sala para desayunos como su salón principal están equipados con aire acondicionado. Para los amantes de los pájaros, por las mañanas se pueden ver ejemplares magníficos de Paradise flycatcher, con su larga cola blanca en el caso del ejemplar macho, que parece que sea más propia de una ardilla que de un ave tropical. También hay que remarcar que por las inmediaciones merodean algunas huidizas civetas asiáticas, que son similares a un gato común aunque se suelen dejar ver muy poco porque se escoden con maestría.

    Por último, decir que organizan bailes y danzas para los huéspedes, y que destaca mucho un número en el que uno de los bailarines se disfraza de pavo real.

    Ahora a dormir, que mañana toca safari en Chitwan.

    DieQuito